El desborde del río Ichilo ha sumido a las escuelas del pueblo Yuracaré Mojeño en un caos, dejando a las aulas, canchas y bibliotecas llenas de agua y lodo. Esto ha impedido que los escolares puedan recibir clases en al menos seis centros educativos de la zona. La preocupación se acrecienta ante la inminencia del frío y las vacaciones, lo que obliga a buscar alternativas para evitar retrasos académicos.
La situación ha llevado a la Gobernación cruceña a enviar un lote de ayuda humanitaria, incluyendo alimentos básicos y agua, para las comunidades afectadas. Sin embargo, el desafío principal es la limpieza de las viviendas y escuelas, con la esperanza de que el nivel del agua baje pronto. Además, los caminos intransitables complican la llegada de ayuda y aumentan el temor a enfermedades como el dengue y las infecciones estomacales. Los habitantes esperan que se declare la zona como desastre para recibir la asistencia necesaria en todos los aspectos, desde alimentación hasta salud pública.